La base de la fertilidad del suelo consiste en el balance de tres pilares, conocida como las 3M’s de la agricultura orgánica: materia orgánica, minerales y microorganismos.
¿Qué es un suelo fértil?
Basicamente un suelo capaz de dar vida. En agricultura ecológica se habla de que un suelo fértil, tiene riqueza y balance en las siguientes tres M’s:
- Minerales. Dice el maestro Jairo Restrepo, uno de los promotores de la agricultura orgánica campesina en América, que los seres vivos somos una animación mineral. No hay ser vivo que no dependa de los minerales. La vida en la tierra consiste en un intercambio de minerales y nutrientes de unos seres a otros. El fósforo, el potasio, el nitrógeno, el calcio, el azufre, el magnesio en grandes cantidades, el zinc, el boro, el cobre, el silicio, y decenas más, en menores cantidades. El equilibrio mineral es esencial para todos los seres vivos, para nosotros, para el desarrollo de las plantas y sus frutos, deben estar presentes en el suelo, de forma balanceada, para que de ese suelo puedan crecer plantas vigorosas y saludables.
- Materia orgánica. Es el medio donde sucede la magia entre los minerales, los microorganismos y las plantas. La materia orgánica es toda esa masa de carbono que se formó con la vida. Todo lo que tiene, o alguna vez tuvo vida, es materia orgánica: hojas, plantas, tallos, residuos animales, se descompone en forma de materia orgánica. El suelo es el medio donde la materia orgánica pasa de ser lo que fue, para convertirse en nuevas formas de vida. Por eso, el suelo rico en vida, es también un suelo rico en materia orgánica y hummus. La materia orgánica almacena nutrientes en diferentes estados, estabiliza la acidez del suelo, genera estructura, almacena humedad, sirve de alimento y resguardo para los microorganismos.
- Microorganismos. Son la base de la vida en el suelo. Se trata de millones de hongos, bacterias, micorrizas, levaduras, insectos, lombrices y otros organismos que viven en los suelos saludables. Son los responsables de descomponer la materia orgánica y los elementos minerales para que puedan ser consumidos por las raíces de la planta. Protegen también a las raíces de hongos y bacterias que podrían hacerle daño. Pensemos en los microorganismos como nuestro sistema digestivo e inmunológico. Si tenemos una amplia y balanceada vida microbiológica en el suelo, tendremos plantas saludables y fuertes, que no requieren venenos para defenderse, ni fertilizantes químicos para alimentarse.
Con la actividad agrícola convencional los minerales del suelo se agotan, la materia orgánica se degrada y los microorganismos se reducen en cantidad y diversidad. Por lo tanto, en suelos agotados, debe de recuperarse el balance mineral, microbiológico y la materia orgánica.
En suelos de cultivo orgánico, regenerativo y agroecológico, el trabajo consiste en recuperar constante y sosteniblemente la riqueza de los suelos.
¿Cómo recuperar el balance microbiológico en el suelo cuando se ha perdido?
Ese es el arte de la agricultura orgánica y regenerativa, donde el primer producto es la producción de suelos y ambiente saludables. El segundo producto, que surge a partir de suelos saludables y diversos, es entonces, alimento saludable y diverso.
La materia orgánica se puede recuperar con el uso de materiales ricos en biomasa como restos vegetales, restos de pastos, hojas, plantas, alimentos o desechos animales, previamente procesados. Los minerales se pueden recuperar con el uso de piedra molida, sales minerales y materiales ricos en ciertos minerales. Pero, ¿cómo recuperar el balance microbiológico del suelo, cuando se ha perdido?
Los microorganismos de montaña
Los microorganismos de montaña es el nombre que se le ha dado a los microorganismos que viven en la tierra de los bosques. Ese espacio, debajo de los árboles más antiguos, donde las hojas se degradan lentamente hasta convertirse en tierra. Ahí viven hongos, bacterias, micorrizas, levaduras y otros organismos benéficos en armonía. Ahí se encuentra la memoria microbiológica del bosque, desarrollada a través de toda la historia natural, hasta encontrar equilibrio. Ahí se encuentra protegida la memoria de la vida en el suelo: el código de la vida en la tierra.
Si alguna vez has experimentado el olor de las primeras gotas de lluvia en el bosque, significa que has experimentado el olor de los microorganismos de montaña.
Cada zona, cada clima, cada microclima, tiene su olor particular, su huella propia. Cada zona del país, guarda su propia memoria.
En los suelos agrícolas degradados, donde se ha deforestado, donde se han sembrado monocultivos como café, pinos y cipreces (como sucede en muchas zonas altas del país), o granos con alta mecanización (como sucede en zonas como Guanacaste o San Carlos), donde han aplicado pesticidas, fertilizantes y se ha cultivado con técnicas de manejo de suelos que no previenen la erosión y la escorrentía de las aguas, se ha perdido esa memoria. La microbiología ha sido desequilibrada, igual que los minerales. La materia orgánica se ha reducido. Los suelos se han perdido su capacidad para dar vida.
La agricultura orgánica usa el bosque como el punto de partida
La agricultura que se practica en muchas fincas orgánicas y agroecológicas de Costa Rica, en zonas como Zarcero, San Ramón, Grecia, San Carlos, Santa Ana, Escazú y hasta la Cima de Dota, Oreamuno, Llano Grande, Coronado, Turrialba, y Pérez Zeledón, por mencionar algunas, aprovechan esa memoria que se encuentra en el bosque, como el punto de partida para devolverle al suelo la microbiología que una vez tuvo, junto con minerales y materia orgánica. Esto lo hacen en forma de abonos fermentados sólidos y líquidos. Uno de los más conocidos es el abono bocashi, una técnica que nos enseñaron los japoneses en los años 80s, y que sigue siendo la base de la productividad en la agricultura orgánica.
Esta fórmula, en conjunto con prácticas de alta diversidad de cultivos en asociación y rotación, buen uso del agua, mínima perturbación mecánica con arados o mecanización, aplicación de abonos verdes (el cultivo de plantas que ayudan en la regeneración de suelos), aplicación de coberturas vegetales en el suelo y buenas técnicas de trazado y manejo de suelos, regenerará poco a poco la fertilidad y la vida en el suelo. Esto incluye, por supuesto, el compromiso con la no aplicación de abonos químicos y pesticidas.
Por esa razón, los bosques son aliados fundamentales en las fincas orgánicas. El resguardo del bosque en su estado natural, es clave para resguardar la vida presente y futura. La clave para que el mundo pueda seguir produciendo su alimento, depende de que sigamos manteniendo bosques como parte fundamental del paisaje agrícola y urbano.